UNA PROMESA ESPECIAL

lunes, 26 de enero de 2009


Antes de la última campanada de 2007, me prometí que 2008 iba a ser mi año. Acababa de conocer a Alex y sabía que él iba a marcar mi vida...
Ha sido un año lleno de momentos flipantes y otros súper chungos. Pero, para 2009, sólo quiero una cosa: una rosa roja siempre junto a la ventana...
A Alex lo conocí en diciembre del año pasado. A mi me gustaba mi vecino y le iba a ver a los partidos de fútbol del equipo del barrio. Un día apareció un chico moreno, alto, que enseguida me llamó la atención.
Con la excusa de que estaba paseando a Wiska, mi perrita, siempre me quedaba por allí a mirar...
Pronto empezamos a hablar. Él era de otro barrio, pero le habían fichado aquí porque era muy bueno. Fuimos pillando confianza y empezó a bromear llamándome "dulce de leche", porque decía que era muy dulce.
Y hablando, hablando, pasamos los meses hasta verano. él se iba un mes a un campus de fútbol y luego con la familia, así que no nos ibamos a ver en mucho tiempo...
El día que se fue me mandó un SMS: "Dulce, que me gustas y, aunque me pire, pensaré en ti"
Yo le contesté: "A mí también me gustas. Cuando vuelvas, hablamos".
Y, cuando volvió, empezamos a salir...Todo era perfecto, salvo una cosa: él es súper responsable con lo del fútbol y a mí, al principio, me parecía genial, pero luego me empezó a rayar...¡Nunca podíamos hacer nada juntos! Entrenamientos, partidos...¡No tenía tiempo para mí!
Yo, al principio, pensé que me daba igual porque tenía su parte buena: podía quedar más con mis amigas...pero, casi un año después de conocerle, me di cuenta de que no era suficiente. ¡Necesitaba verle más! Empecé a pensar que, tal vez, lo mejor era decírselo, pero...¿cómo? No quería echarle nada en cara ni hacerle elegir entre el fútbol o yo, Pero, realmente, no podía seguir así....No sé si notó que me pasaba algo o fue pura casualidad, pero justo cuando había decidido hablar con él, Alex apareció una tarde en la puerta de mi casa.
-¿Qué, dulce? ¿Te acompaño a pasear a Wiska?

Sonreí y le dije que sí. Él cogió la correa de mi perrita, me dio la mano y nos fuimos los tres a pasear.
El día anterior había nevado, algo que no es muy habitual aquí y, la verdad, es que todo estaba precioso. Yo le miré y me di cuenta de que, con momentos así, todo valía la pena...
¿Para qué estropearlo hablando de algo que tampoco era tan importante? Paseamos, bromeamos, corrimos detrás de Wiska, nos besamos...Y justo, cuando nos íbamos a despedir, Alex me miró muy serio y me dijo:

-María, tengo que contarte algo.

Ésa era una frase poco habitual en él y me dio miedo.

-¿Qué pasa? -pregunté asustada

-Me han ofrecido ir a jugar a los Juveniles de un equipo importante y, aunque tendría que irme allí, me pagarían los estudios y la residencia...es chungo porque no quiero dejarte, pero no puedo decir que no...es demasiado importante...lo entiendes ¿verdad?

Sí, lo entendía. Claro que lo entendía. Pero me dolía igual. Intenté sonreír, aunque ya estaba llorando...
No dije nada. Sólo cogí a Wiska y me fui.
Durante los siguientes días, Alex me estuvo llamando, pero no se lo cogí. Quería hablar con él, pero no quería acabar suplicándoles que no se fuera. Era lo mejor para él. Debía irse.
Se acercaban las vacaciones de navidad y, aunque yo estaba muy triste, la movida de las fiestas me mantuvo ocupada. Una noche, mientras estábamos con toda la familia cenando, me llegó un SMS: "Puedes salir, xfa? Estoy en la puerta". Era Alex. De noche, con un frío horrible en la calle...¡Por supuesto que iba a salir! Me escaqueé y bajé a la puerta. Allí estaba, sobre su moto, congeladito y con una rosa roja en la mano.

-No te enfades- dijo.

Yo corrí hacia él y lo abracé.

-Pero, ¿qué haces aquí? Tus padres te van a matar y ¡los míos también!

Me contó que, al día siguiente, se iba de vacaciones con su familia y que después se mudaría a su nueva ciudad. Se me hizo un nudo en el estómago.

-Es la despedida, ¿no?

Negó con la cabeza.

-Haremos esto: tú pones la rosa en agua, la colocas cerca de la ventana para que le dé la luz y la cuidas. Si lo haces, te durará dos semanas. Antes de que se marchite, ya habré vuelto para traerte otra, lo prometo. Y así...todo el año.

Yo estaba a punto de llorar.

-¿Lo prometes? - Él sonrió.

-¡Por supuesto! Tu nueva rosa llegará el día de Navidad.

Le abracé muy fuerte y él a mí. Y nos besamos.
Y, aunque en ese momento, su madre le llamó al móvil, muy estresada para saber dónde se había metido, nuestra primera despedida fue genial. Ahora, mirando mi rosa, me doy cuenta de que lo mío con Alex no depende de cuanto lo veo, sino de lo fuertes que sean nuestros momentos juntos...

El año 2009 está a punto de llegar y ya só lo único que le pediré: que mi rosa esté siempre fresca...




Resu Balsalobre, 2º C

1 comentarios:

*VaLeentina* dijo...

Me ha encantado, desde el momento que la profe lo leyó delante de toda la clase y que ademá ahora tambien me lo he leido una y otra vez , porque me encanta¡¡!!!
Felicidades Resu por tu cuento...¡¡¡!!!