LA DESPEDIDA

viernes, 5 de junio de 2009

Ya sé que Paco, ese gran ser precursor, que siempre va por delante, os dedicó una hermosa despedida en su blog, a vosotros, encantadores ex alumnos de 2º Bachillerato, que dejáis para siempre nuestras aulas, pero no nuestros corazones (¡Toma ya!)
Como yo no quería ser menos, ahí va la mía:
En primer lugar, quería deciros que me he sentido muy orgullosa de ser vuestra profesora durante los tres años que hemos compartido. Habéis demostrado ser tan buena gente y tan buenos alumnos, que ha sido un verdadero placer dirigiros por los procelosos y, a veces, difíciles mares de la sintaxis, la literatura...
He intentado compartir con vosotros, en la medida de mis posibilidades, vuestras preocupaciones, vuestros nervios y vicisitudes, vuestros desengaños y alegrías. Espero que así lo hayáis percibido y espero que el hecho de que ahora dejéis este centro, no suponga una despedida definitiva. Nos seguiremos viendo, ¿no?
Seguro que vendréis a visitarnos o, si no, la vida nos hará coincidir en alguno de sus rincones.
En segundo lugar, os quiero desear toda la buena suerte del mundo. Que el futuro os depare lo mejor y os proporcione la fuerza y la madurez para afrontar todo lo que se os ponga por delante.
Seguro que podéis, ya lo habéis demostrado. Y cada vez seréis mejores. Así lo espero.
Y para terminar, os quiero dedicar una pequeña historia de Borges que a mí siempre me ha gustado. Habla de las despedidas y de la eternidad. Espero que lo entendáis y que os haga reflexionar.
Pues, nada, lo dicho. Buena suerte y aquí me tenéis para lo que necesitéis.

DELIA ELENA SAN MARCO

Delia Elena San Marco
Nos despedimos en una de las esquinas del Once.
Desde la otra vereda volví a mirar; usted se había dado vuelta y me dijo adiós con la mano.
Un río de vehículos y de gente corría entre nosotros; eran las cinco de una tarde cualquiera; cómo iba yo a saber que aquel río era el triste Aqueronte, el insuperable.
Ya no nos vimos y un año después usted había muerto.

Y ahora yo busco esa memoria y la miro y pienso que era falsa y que detrás de la despedida trivial estaba la infinita separación. Anoche no salí después de comer y releí, para comprender estas cosas, la última enseñanza que Platón pone en boca de su maestro. Leí que el alma puede huir cuando muere la carne.

Y ahora no sé si la verdad está en la aciaga interpretación ulterior o en la despedida inocente.
Porque si no mueren las almas, está muy bien que en sus despedidas no haya énfasis.
Decirse adiós es negar la separación, es decir: Hoy jugamos a separarnos pero nos veremos mañana. Los hombres inventaron el adiós porque se saben de algún modo inmortales, aunque se juzguen contingentes y efímeros.

Delia: alguna vez anudaremos ¿junto a qué río? este diálogo incierto y nos preguntaremos si alguna vez, en una ciudad que se perdía en una llanura, fuimos Borges y Delia.

Jorge Luis Borges - El Hacedor

1 comentarios:

Francisco M. dijo...

Bonito relato. Gracias por aclararme su trasfondo pues últimamente estoy algo espeso y es que... necesito vacaciones ¡YA!